Recibir el diploma que acredita la titulación universitaria supone llegar a la cima de una montaña que se empezó a subir a los tres años, cuando de manera inconsciente se atravesó el umbral del parvulario.
20 años ininterrumpidos de cursos, primero escolares y luego universitarios hasta llegar a traspasar el umbral de una etapa de la vida a otra.
A todos los alumnos y alumnas que se licenciaron esta semana los dejaran de ver como estudiantes y les pedirán que jueguen el rol de ingenieros.
Les toca ahora demostrar todo lo que saben hacer con los recursos que pusieron en sus manos.
Recibieron una magnífica formación. La Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón es un centro de excelencia. Una Escuela potente por su nivel de investigación, por su capacidad para renovarse, por atender el día a día y, a la vez, saber levantar la vista para otear el horizonte y captar las últimas tendencias en su campo de trabajo.
La EPI tiene un profesorado inconformista que no se acomoda con lo que tiene, sino que busca mejorar y quiere para los futuros ingenieros asturianos los mismos conocimientos y competencias que tienen en los centros más avanzados del mundo.
Celebro que el grado de Organización Industrial esté en vías de integrar el cuadro de titulaciones de la EPI. Hubo que vencer muchas resistencias. Me alegro sinceramente. Creo que nadie mejor que la dirección de la Escuela para saber lo pertinente que resulta ofertar esos estudios.
La EPI debe jugar un papel fundamental para el futuro de Asturias estableciendo sinergias con el Parque Científico y Tecnológico. Está llamada a ser una gran factoría de ideas y proyectos, incorporando novedades y aportando mucho valor añadido.
Espero que el alumnado que ayer se licenció aproveche su gran preparación; que sean inteligentes y se dejen aconsejar por los que hasta ahora fueron sus profesores, y que trabajen con toda la fuerza de la juventud para inventar productos, crear aplicaciones, mejorar procesos y aportar más valor añadido a la región.
Como ya sucedió en el pasado, Asturias mira hacia sus ingenieros esperando que la saquen del hoyo.
Su suerte será la nuestra.