La empresa familiar tiene unas virtudes innegables: el compromiso y la vinculación con el territorio.
Esta semana la Asociación de Empresas Familiares premió a la familia Fernández Estébanez que a través de Excade y Procastur ha generado riqueza y empleo en Asturias, y para los asturianos, desde hace más de treinta años.
La familia Fernández Estébanez apostó por un sector de gran importancia en nuestra región al dedicarse a la realización de excavaciones, desmontes, vaciados, dragados o explanaciones. El sector de la obra pública, tan necesaria en nuestra región con una orografía complicada que dificulta la construcción de vías de comunicación y hace inmanejable cualquier terreno.
Un sector maduro, donde hay una gran competencia, y es preciso trabajar más y mejor para salir adelante. Un sector con fuertes vinculaciones con la Administración pública, que no es un partenaire fácil, y lo digo yo que presido el Ayuntamiento más grande de la región. Gracias a su empeño, tesón y trabajo, hay otras 60 familias que viven del empuje de la familia Fernández Estébanez.
Me gustaría decir algo sobre las empresas privadas, en general, porque en la vida pública española los políticos, tenemos con frecuencia, un extraño pudor a hablar de ellas. En Asturias, este fenómeno se acentúa porque durante décadas vivimos en la creencia generalizada de que las empresas públicas eran algo maravilloso que nos solucionaría los problemas, mientras se arrojaban toneladas de desconfianza hacia la iniciativa privada.
Creo que los responsables públicos hemos de hablar de empresas y empresarios sin complejos. Hoy voy a hacer lo mismo.
Ayer, en el Congreso de los Diputados, el presidente del Gobierno decía que la condición para contar con un sistema de pensiones sostenible es la creación de empleo.
Según Mariano Rajoy, la seguridad de las futuras pensiones sólo queda garantizada con más y mejores empleos. Es imposible discrepar de esa afirmación.
¿Pero cómo se crean empleos? ¿Surgen por generación espontánea? ¿Basta con que lo decrete el Gobierno? ¿Son producto del asociacionismo social o cultural?
Los empleos los crean las empresas privadas. Hay países en los que el Estado se ha arrogado la responsabilidad de crear todo el trabajo, y tras ponerse a producir manufacturas y gestionar servicios, la sociedad se ha empobrecido y el país ha retrocedido. Siempre que la Administración pública sustituye masivamente a la iniciativa privada el bienestar sale por la ventana.
En Asturias se dice que faltan vocaciones empresariales.
La realidad nos dice que si no hay suficientes empresas es porque el ecosistema a veces se vuelve hostil hacia ellas.
¿Cuánto suelo disponible hay para ser ocupado por nuevas empresas? ¿A qué precio está el metro cuadrado de suelo industrial? ¿La oferta de mano de obra se adapta a las necesidades de las empresas? ¿Las administraciones tramitamos con celeridad las demandas que entran por registro o somos una barrera invisible que retrasa la marcha de los negocios? ¿Los impuestos de renta, patrimonio, sucesiones y donaciones o transmisiones patrimoniales, no han servido para que nos ganemos a pulso la fama de infierno fiscal? ¿Entendemos ahora por qué no hay vocaciones empresariales?
Todos los países avanzados tienen multitud de empresas privadas en toda clase de sectores de actividad y de todo tipo de tamaños. La buena salud de la empresa privada es una condición indispensable para que haya progreso y bienestar. Los territorios valen lo que valen sus empresas.
En Japón, Holanda, Canadá, Australia o Suecia, la población está orgullosa de sus principales empresas. Las conocen y las admiran.
Entre todos debemos de trabajar por lograr cultura política nueva que dé voz a los creadores de riqueza y empleo y allane el camino a las inversiones empresariales. Una nueva cultura que apueste por la convergencia entre instituciones y empresas, como fuente de progreso.
La empresa familiar tiene que dar a conocer su problemática. La crisis económica pasó, pero queda el desbarajuste provocado por el periodo de recesión. Debemos de ser capaces de dar una segunda oportunidad a las empresas antes que resignarnos a su cierre.
Entre todos tenemos que descubrir que hay otra manera de hacer las cosas.