Esta mañana participe en la Asamblea de la Federación Asturiana de Empresarios.
Como alcaldesa de Gijón coincido con otros responsables políticos de Asturias y del resto de España al colocar el desempleo como la principal preocupación de la institución que presido.
Si nos preocupa el paro hay que ser coherentes y darle la mayor importancia a los empleadores, ya que el éxito empresarial es la condición obligada para crear puestos de trabajo suficientes y bien remunerados. O las empresas aumentan su excedente o no habrá suficiente riqueza para repartir.
Cuando una región, cuando una nación, llevan tantos años con un nivel de desempleo que duplica el de nuestros socios europeos, es que nos hemos dejado llevar por la inercia y no se ha puesto la cuestión del empleo en el sitio que corresponde.
La gran legitimación del empresario ante la sociedad y los poderes públicos es su aportación a la riqueza colectiva y al empleo.
El empresario que arriesga e invierte en vez de refugiarse en compra de deuda pública, tiene toda la autoridad moral del mundo para hablar a la sociedad y exigir a la Administración.
Si desde las administraciones queremos aportar soluciones eficaces debemos consultar a los empleadores, a los empresarios. No es esa actualmente la relación entre la Administración pública y el mundo empresarial. Impera el ordenancismo oficial de ahí que se aprueben tantas medidas que son irrelevantes para resolver los problemas económicos, cuando no abiertamente extravagantes y, en cualquier caso un derroche de dinero
Hay que cambiar la relación entre la Administración pública, entre los gobiernos, y el mundo de la empresa. No podemos conformarnos con lo que hay, porque es altamente insatisfactorio. La relación entre los gobiernos y la patronal no puede tener como finalidad fotos con manos entrelazadas
Hay que trabajar mucho más estrechamente, de igual a igual, para lograr que la sociedad reciba más frutos, haya más riqueza y empleo.
Hay mecanismos viciados que debemos abandonar para explorar otros caminos que están vírgenes.
Nadie nos va a sacar las castañas del fuego a los asturianos. Olvidémonos del maná de los fondos de solidaridad, porque eso será muy pronto un mero recuerdo del pasado.
Hay que poner límites al crecimiento de la burocracia. Sobran tinglados, oficinas, organismos que no benefician a los ciudadanos ni a las empresas.
Todos debemos pagar impuestos, eso es evidente, pero hay que discutir cuánto se paga y para qué se paga.
Profesores, maestros, trabajadores sociales, enfermeros o médicos, todos los que hagan falta, pero gasto corriente improductivo, no.
Los empresarios tienen que hacerse oír por los asturianos.