Es para mi un verdadero honor tener la oportunidad de intervenir en el acto de inauguración de la nueva fábrica de Tresa en Gijón. Una nueva fábrica de más de 11.500 metros cuadrados que da trabajo a 250 personas en lo que es un ejemplo más, de los varios que tenemos en nuestra ciudad, del éxito de las empresas familiares asturianas. Por eso, en primer lugar, me corresponde daros la más cálida enhorabuena.
La empresa familiar en Asturias, y en Gijón en particular, es sinónimo de excelencia. No lo digo yo, aunque soy testigo de ello; lo dicen los múltiples reconocimientos y honores que año tras año destacan la trayectoria, el proyecto, los equipos o los liderazgos de compañías fundadas aquí, desarrolladas aquí y empeñadas, si me lo permitís, en seguir aquí, contra todas las adversidades. Los poderes públicos, a menudo se olvida, tenemos el deber constitucional de crear las condiciones necesarias para que la actividad económica se desarrolle de la forma más rica posible, permeando el territorio y generando trabajo y riqueza que sostienen (a menudo se olvida también) el Estado de Bienestar. Sin actividad económica, sin prosperidad, no es posible un Estado del Bienestar por mucha voluntad política que se quiera poner detrás. La empresa familiar, la más pegada al territorio, es más consciente que nadie de esa realidad.
Creo, y lo he defendido en numerosas ocasiones, que las empresas deben formar parte de las soluciones en cualquier situación, pero más aún ante las incertidumbres y los desafíos que nos traen los tiempos que vivimos. Virtudes como el sentido de la responsabilidad, la cultura del esfuerzo y las dotes de liderazgo que requiere dirigir cualquier empresa son un capital social al que de ninguna manera se puede renunciar. Más aún en el caso de la empresa familiar, que conoce y es capaz de adaptarse a las necesidades y los problemas del territorio y del sector.
Por eso, además de daros la enhorabuena por la inauguración de esta espectacular factoría, hay que daros las gracias. Gracias por seguir apostando por Gijón como el lugar en el que desarrollar vuestra actividad desde 1983, hace ya cuatro décadas. 40 años en los que Gijón ha cambiado y mucho, en parte gracias a la aportación que empresas como Tresa hacéis a una ciudad que necesita ese motor económico a pleno rendimiento. Empresas como la vuestra, con una potente apuesta por la innovación y el desarrollo, son las que hacen posible que ese motor siga funcionando. Vuestra trayectoria la avalan, como decía antes, los múltiples reconocimientos y sellos de calidad que garantizan la solidez de vuestros productos y la solvencia de vuestra empresa.
En palabras del Rey Don Felipe, precisamente esta semana en el Congreso Nacional de la Empresa Familiar en Bilbao, «sois un auténtico pulmón económico en estos territorios y contribuís a una verdadera vertebración del país. Vuestra presencia y compromiso son garantía de futuro para muchas personas». No se puede describir mejor el papel que jugáis para Gijón.
He podido ver en la entrada de estas espectaculares instalaciones una frase de Gonzalo Suárez, el fundador de Tresa. «No aspiramos a ser los mayores, pero sí los mejores». Podemos decir que ya no es una aspiración, sino una realidad.
Enhorabuena y gracias a todos.