La fortuna ha querido que esta sexagésimo séptima edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, que conmemora el centenario de la primera Feria de 1924, coincida con la décima ocasión que tengo la oportunidad de dirigirme a ustedes desde esta tribuna como Alcaldesa de Gijón y, por tanto, en nombre de la ciudad orgullosamente anfitriona del mayor fenómeno económico del Principado.
En los nueve discursos anteriores podrán encontrar dos ingredientes comunes y fundamentales. El primero es un reconocimiento a la clarividencia de personas como Romualdo Alvargonzález Lanquine y Luis Adaro Ruiz-Falcó: este último da nombre al recinto en el que hace un siglo empezó esta andadura. Las mejores páginas de la historia de Gijón las han escrito figuras de esta estirpe, visionarios que no dudaron en arriesgar su patrimonio para convertirse en motores de eso que convenimos en llamar progreso. Su trascendencia, la del apellido Adaro y las generaciones posteriores, queda reflejada, como ocurre con todo lo brillante, en su legado.
Un legado que no es otro que la presencia hoy aquí de centenares de empresarios y empresarias que con su empuje y determinación permiten que este corazón económico de Asturias siga latiendo con fuerza. En nombre de la institución a la que represento, el mayor de los reconocimientos a todos ustedes.
El segundo ingrediente va muy unido al primero, y no es otro que la reivindicación de un Gijón y una Asturias que deben ocupar el papel que les corresponde por historia, por tradición, por convencimiento, por capacidad, por trabajo, por potencial, por talento. Un papel sobre el que caben muchas pesadumbres y sobre el que habitualmente escuchamos lamentos. No los encontrarán hoy en mis palabras. Gijón, a quien tengo el honor de representar hoy aquí, se encuentra inmersa en un despegue definitivo hacia un futuro que posicione a la ciudad como una referencia, en cultura, en innovación y en desarrollo. Tenemos proyectos, tenemos certezas y sobre todo tenemos la ambición suficiente para entender que Gijón será lo que los gijoneses quieran, y eso contribuirá a hacer mejor a Asturias.
Ambos ingredientes, como decía, han sido una constante en estos diez años en los que me ha correspondido este honor; y lo serán en todos los que recaiga sobre mí la responsabilidad de agradecerles a ustedes la apuesta decidida por nuestra tierra para desarrollar su actividad económica.
Esa apuesta decidida y arriesgada (todas las apuestas lo son) por desarrollar una actividad económica es la que permite que los poderes públicos podamos después acometer los proyectos, las inversiones y los servicios básicos que prestamos a la ciudadanía.
Es muy peligroso olvidar que detrás de los grandes consensos nacionales, los que quedan, tales como que el Estado se hace cargo de las infraestructuras o de la defensa; las Comunidades Autónomas de la sanidad o la educación públicas; y los Ayuntamientos, de todo lo que no hacen las otras dos; es muy peligroso olvidar, como digo, que detrás de esos consensos, está la actividad económica que sustenta las finanzas públicas.
En un momento en el que cada vez tendemos más a la simplificación (también peligrosa) de la gestión de lo público, las Administraciones aquí presentes, y en este momento hablo naturalmente en nombre de la municipal, tienen bajo mi punto de vista la obligación de dirigirse de forma clara y rotunda a quienes conforman su tejido para garantizarles que en nosotros tienen un apoyo, nunca un obstáculo; tienen una referencia, nunca un corsé; y tienen un soporte, nunca una carga.
Este reconocimiento y consecuente apoyo plasmado en medidas concretas y tangibles a la iniciativa económica, no es ni ha sido nunca incompatible con el desarrollo de las políticas públicas que nos han traído hasta aquí procurando no dejar a nadie atrás. Quienes quieren hacernos creer lo contrario alimentan expectativas falsas que sólo generan frustraciones.
Gijón y Asturias tienen, tenemos, la suerte de contar con un tejido económico e industrial (y digo bien, industrial) que mira muy, muy atrás. En este caso, mucho más atrás que esa primera Feria de 1924. Esa industria, que puede ser complementada por otros sectores de gran proyección y mejor venta, es el corazón de esta tierra. Esa industria es la que ha levantado estos recintos, es la que ha sostenido esos servicios públicos que antes mencionaba, y es la que va a seguir creando empleo, y por tanto riqueza, y por tanto, futuro. Asturias es una tierra de industria, lo ha sido desde hace siglos, y España lo sabe y lo adeuda. Por eso no debemos olvidar ese pasado cuando acometemos la construcción de un futuro que necesita muchas más certezas que promesas o expectativas.
Y en este momento tengo la obligación moral de detenerme un instante. España, señor Ministro, tiene muchas más deudas históricas de las que se reflejan en las balanzas fiscales y en las hojas de cálculo de los ministerios. España es una Nación que se ha construido durante siglos gracias a la suma de muchas cosas, entre otras el esfuerzo infinito de generaciones de asturianos y asturianas que levantaron una industria que llevó a este país de la Edad Media a la prosperidad moderna. Naturalmente no fueron los únicos, y por eso digo una suma. Nunca se construyó nada restando. No es este el momento ni el lugar de valorar otras reivindicaciones, legítimas o no. Pero la deuda histórica de España con Asturias existe, y no porque seamos menos o tengamos menos representación parlamentaria va a dejar de existir. Lo repito cada vez que tengo ocasión: Gijón, Asturias, no quieren ser más que nadie, pero tampoco están dispuestas a ser menos.
Como decía antes, Asturias necesita certezas para construir su futuro. También las necesita Gijón. Esas certezas pocas veces se pueden ver delante, se pueden palpar y escuchar. Hoy tenemos la suerte de tener una de esas certezas delante: son ustedes.
A los que repiten un año más en la Feria Internacional de Muestras de Asturias, porque suponen un refrendo a un proyecto que vive cada edición con la ilusión de la primera y con la fortaleza de la sexagésima. A los que nos acompañan este año por primera vez, porque su apuesta, esa que decía antes que es arriesgada, nos empuja, nos impulsa a continuar en este convencimiento de que nuestro deber es crear las condiciones necesarias para poder hacer esa apuesta, y asegurar la eliminación de cualquier obstáculo que la impida o dificulte.
Créanme: certezas como la de su presencia aquí, su presencia en Gijón y en Asturias, nos permiten acometer con determinación cualquier proyecto que nos propongamos. Como poderes públicos no podemos olvidarlo. Les doy mi palabra de que el Ayuntamiento de Gijón no lo hará.
Termino ya invitando a todas las personas que nos acompañan a sacar el máximo provecho de nuestra Feria de Muestras. Desde los grandes pabellones (por supuesto, están invitados al de Gijón) hasta los expositores más modestos. Desde nuestros extraordinarios comercios locales hasta nuestra siempre reconocida hostelería, desde el primer día hasta el último. No me resisto a decirlo, quizá vayan ya diez años: todo el que viene a la Feria encuentra lo que busca. Vamos a seguir haciendo de eso una de nuestras certezas.
Muchas gracias y muy buena Feria.
