Esta semana rendimos homenaje a Purificación López García, Purina, en un lugar al que no podríamos denominar, como se suele decir, “su segunda casa” porque más diría que fue su casa. La suya y la de muchas mujeres gijonesas.
En un momento en el que la crisis demográfica que atraviesa nuestro país empieza a figurar en la agenda de los diversos partidos políticos, y que los datos del Instituto Nacional de Estadística deben interpretarse como una alarma que obliga a actuar para evitar un desastre social y económico por el pronunciado envejecimiento de la población y la ausencia de natalidad, merece la pena echar la vista atrás y ensalzar la labor de personas como Purina.
Natural de Piñeres de Pría, enfermera y puericultora, ostentó el cargo de Directora del Hogar Maternal y lejos de centrarse en la inmensa labor burocrática y administrativa de un centro de tales características y dimensiones, lo compaginó sin descanso al cuidado y formación de embarazas, de madres primerizas y de niños y niñas.
A todos ellos y con especial cariño hacia una treintena de huérfanos sin recursos entre los 3 y los 18 años para los que Purina fue su madre incansable, entregada y cariñosa durante las 24 horas de los 365 días del año.
A lo largo de la historia, muchas mujeres han luchado por conseguir un espacio destacado en un mundo que parecía ser dominado por los hombres. Muchos avances y costumbres han cambiado a lo largo de los años gracias a su esfuerzo que, de una forma u otra, ha marcado un antes y un después. Hay muchas mujeres que han logrado destacar y han cambiado la historia, y sin duda en la historia de Gijón, Purina y es una de ellas y a partir de hoy las generaciones presentes y futuras la recordarán o conocerán a través de esta placa.