Esta semana procedimos a la firma de escritura de la finca Quinta la Vega, que el Ayuntamiento le compra a la Autoridad Portuaria.
Quinta la Vega es un magnífico conjunto finisecular, con esta hermosa vivienda en la que se aprecia la impronta del gusto victoriano, tan visible en el contorno del tejado, rodeada de pradería y jardines.
Con el paso del tiempo, al desaparecer la misión para la que se había construido, se fue deteriorando. La Autoridad Portuaria tuvo el acierto de abordar su rehabilitación y ahora la admiramos todos como una propiedad singular del patrimonio arquitectónico de Gijón.
Me complace que pase a formar parte de los bienes municipales, que es tanto como decir propiedad colectiva de todos los gijoneses.
La ciudad está en continuo movimiento, así que los usos de Quinta la Vega tiene que estar en consonancia con los tiempos que corren. Las soberbias propiedades de finales del siglo XIX eran reflejo de la riqueza provocada por la primera industrialización o por los capitales repatriados de las últimas colonias, todo en manos de un grupo social muy reducido. Unas cuantas familias destacadas, que progresaban en medio de un entorno muy desigual ajeno a los avances sociales que les reservaba el siglo XX.
Quinta la Vega va a reunir, a partir de ahora, la personalidad histórica que nos revela su arquitectura y la nueva identidad impulsada por los usos a los que va a estar dedicada.
Vamos a acostumbrarnos a verla como un equipamiento público para empresas, respondiendo a un objetivo prioritario del Ayuntamiento que presido.
Si queremos combatir el desempleo, la solución tiene que venir por facilitar el desenvolvimiento de las empresas, empezando por ofrecerles suelo para instalarse y darles techo de cobijo. No puede ser que las administraciones sólo se acuerden de las empresas para gravarlas con tributos. Todo el mundo tiene que contribuir al mantenimiento de los costosos servicios públicos, pero también es justo que las administraciones colaboren con los agentes que crean empleo para que realicen una función de la que nos beneficiamos todos.
No es un capricho del equipo de gobierno. Esta actuación responde a la apuesta estratégica contenida en el Pacto Social Gijón Crece 2016-2019. En este inmueble se van a instalar un tipo de empresas que no son agresivas con el entorno urbano, sino todo lo contrario.
La filosofía de la “economía verde” que se mueve en las coordenadas de los valores medioambientales, la eficiencia energética o la alimentación saludable, tendrá asiento en esta casa.
Acabo de citar la alimentación saludable y pronto estará instalado un laboratorio para tratamiento de alimentos que estará gestionado por el Centro Tecnológico de Asincar. También habrá un aula que sirva para concienciar a los ciudadanos sobre la problemática medioambiental.
Como estamos hablando de Gijón, Quinta la Vega también se especializará en el desarrollo de la denominada “economía azul”, orientada a las energías marinas, la biomasa y la logística marina.
Los nuevos usos de Quinta la Vega colaboran en lograr el gran objetivo de hacer ciudad. Desde los Inicios de la primera Revolución Industrial, las urbes han visto modificada su trama de calles y casas por la ubicación de las fábricas. El aumento de riqueza propiciado por estas no puede ocultar los perjuicios causados al medio ambiente por humos y residuos industriales de todo tipo.
Esta situación empezó a cambiar hace cincuenta años. Como podemos ver en Gijón, la operación de desplazar producciones industriales al espacio periurbano fue un proceso largo y costoso que nos llevó al modelo de ciudad de los años setenta del pasado siglo, con áreas extensas, llamadas polígonos, formando el cinturón industrial de las ciudades.
El mundo industrial y el urbano se declararon incompatibles y pactaron un tipo de convivencia separada.
Este panorama sufrió una profunda transformación con el desarrollo del sector servicios y, sobre todo, con la irrupción de las nuevas tecnologías que convirtieron a las empresas en amables vecinos llenos de vida. En esa tipología se va a inscribir Quinta la Vega, con una extensa zona verde abierta para solaz de la parroquia de Jove y de cualquier gijonés o visitante que quiera disfrutarla.
Las nuevas empresas, limpias, silenciosas, inteligentes, nos preservan del síndrome de las “ciudades dormitorio”. Grandes espacios llenos de viviendas a dónde la gente retorna al cabo de la jornada laboral para descansar y dormir. Zonas extensas carentes de actividad.
Gijón siempre fue una ciudad de trabajo. Una urbe muy viva, con gran curiosidad cultural y fuerte integración social. Quinta la Vega enriquece a Jove, aumenta la vitalidad del barrio y crea una referencia para todo Gijón. Aquí se producirá riqueza y será un lugar del que nos sentiremos orgullosos. Con los cimientos del pasado y la laboriosidad del presente Quinta la Vega nos anuncia un futuro de trabajo y progreso.
- 7.000 METROS CUADRADOS DE JARDIN
- 595 METROS CUADRADOS DE OFICINAS
- 83 METROS CUADRADOS DE LABORATORIO
- USO EMPRESARIAL
- USO CIENTÍFICO TÉCNICO
- USO EDUCATIVO
- USO SOCIAL