El acto de la entrega de las Medallas de Gijón sirve para unir el sentimiento popular que acompaña y rodea a las personas y colectivos que las reciben con la decisión de la Corporación municipal de otorgarlas una vez ponderados sus valores y méritos.
Los padres jesuitas llevan 127 años de brega por los gijoneses. Desde finales del siglo XIX, con el Colegio de la Inmaculada Concepción -en el que tantas generaciones de gijoneses se formaron-, iniciaron un trabajo de servicio a través de actividades educativas y sociales, cubriendo un hueco que había en la ciudad.
Gracias al Centro de Formación Profesional Revillagigedo, miles y miles de gijoneses aprendieron un oficio y pudieron cumplir con el principal deseo de la juventud: alcanzar un empleo. La Fundación Hogar San José ha ayudado durante 75 años a los niños y niñas más desprotegidos, atendiéndolos, acompañándolos en sus estudios, insertándolos en el espacio socio-laboral, haciendo una defensa admirable de los derechos de la infancia.
La labor educadora y formativa de los jesuitas en la Universidad Laboral está en la mente de todos y seguimos viviendo de esos frutos. Medalla de oro para la trayectoria colectiva de los jesuitas que deja un saldo enormemente positivo en Gijón, tras aportar mucho más de lo recibido.
La Charanga Ventolín no es una charanga cualquiera, ya que tocan la música con intención. Llevan más de tres décadas convocando al público al ritmo de las reivindicaciones sociales, de las luchas laborales, de los sucesos políticos. Tienen muy buen oído, por eso son capaces de afinar los instrumentos con notas que llegan de conflictos lejanos, aunque les motivan sobre todo los temas locales y regionales.
La inspiración les llegó en aquellos tiempos agitados con las movilizaciones semanales del sector naval. Años ochenta del pasado siglo. Y no han parado desde entonces. Con una jerga que no está de moda, podemos decir que la Charanga Ventolín hace una música comprometida, de forma que sin perder la alegría transmiten un mensaje muy serio que irrita al poderoso y consuela al desfavorecido.
Mientras haya una injustica, la Charanga Ventolín garantiza que en Gijón no habrá silencio. Reciben la Medalla de Plata por tanto concierto valiente y solidario.
Covadonga Sánchez García refleja el tesón personal. Con una vocación forjada en la infancia, acompañando al padre en la búsqueda de libros viejos en librerías y rastros, se fue familiarizando con la Literatura. Tuvo que hacer un alto en el camino, al sufrir la enfermedad de Crohm, que le dio la oportunidad de entregarse al auxilio de las personas afectadas por ese síndrome.
De vuelta a su actividad vocacional, formó la Asociación de Escritores Noveles, que sirve para establecer nexos entre los escritores que viven de la creación literaria y los jóvenes aficionados a las letras. Los premios que se organizan, las revistas y los congresos de escritores en la ciudad potencian la actividad cultural de Gijón. Esta medalla de plata premia todo lo que una persona puede hacer en pos de un ideal claro y noble.
El Club Rotario dejó la primera huella en Gijón hace noventa años. Luego, vino un largo silencio, ya que la Dictadura no estaba a favor del asociacionismo. Mantiene la pauta benéfica de apoyar a los desfavorecidos, bien implicándose en la resolución de sus problemas o recaudando fondos.
El Club Rotario es puro lazo humano. Comprensión entre los socios y generosidad con los débiles. Solidaridad con los ancianos en los asilos; compromiso con los escolares que tienen déficit de alimentación. Y divulgación de las figuras señeras de nuestra cultura, como Gaspar Melchor de Jovellanos.
Los rotarios son muy sensibles ante las necesidades ajenas. Practican voluntariamente una filosofía muy sencilla: los que tienen más cultura, más capacidad, más medios deben ayudar, voluntariamente, a los que tienen menos. Ninguna guerra les es extraña, ningún desastre natural les es indiferente, a ninguna privación le dan la espalda. Una filosofía de Medalla de Plata.
La juventud es la gran olvidada en nuestra sociedad. Los que tienen más trecho que recorrer son los que tienen un futuro más negro. Algo de esto tuvieron que sentir los fundadores del Conseyu de la Mocedá de Xixón, cuando fundaron su asociación para promover la participación de los jóvenes y su integración en la vida política, social y económica de la ciudad.
Una labor reivindicativa en pos de la vivienda, de la igualdad, del derecho al ocio, de la cultura, y un largo etcétera. El Conseyu alcanzó grandes logros como el Centro de Recursos para Jóvenes y Asociaciones, el primer equipamiento juvenil autogestionado. El Conseyu estuvo en la raíz de iniciativas tan acertadas como el programa Abierto hasta el Amanecer o el Intercambio de Libros de Texto.
Mientras los jóvenes sigan marchando de Asturias para poder trabajar, el Conseyu de la Mocedá tendrá una gran tarea por delante. Que la Medalla de Plata les sirva de aliento.
Unión Deportivo Gijón Industrial es un club con una impronta especial. Fútbol de barrio, fútbol identitario, fútbol auténtico, donde los sueños individuales y colectivos transcienden la propia actividad deportiva y constituyen una aspiración social. El “Indus” porta la esencia fabril del deporte gijonés y nos recuerda a todos que el Gijón moderno no hubiera sido posible sin las industrias y los barrios nacidos en torno a ellas.
Buenos tiempos para el Industrial, que hace un año estrenó el campo de hierba artificial, hace unos días logró retornar a la Tercera División y, ahora, recoge con el aplauso de todos nosotros la Medalla de Plata de Gijón.
Entenderán si les digo que con el ejemplo plural, diverso y vivo de nuestro medallero se hace ciudad. Los portadores de nuestras Medallas son un orgullo del Gijón esforzado y colectivo que entre todos, con aciertos y errores, vamos levantando cada día.