En este segundo piso del Edificio Histórico de Tabacalera, me viene a la cabeza con gran nitidez aquel día de 2014 en que el entonces interventor Juan Salas, nos comunicó al equipo de gobierno que el Ayuntamiento iba a recibir una serie de fondos europeos que llevaban años pendientes de cobro y que debíamos elegir a qué los destinábamos. No dudamos un momento: tenía que ser Tabacalera y tuvimos claro que aquella inversión debía significar la consolidación del edificio y el inicio de un camino que blindase su futuro, el futuro de Gijón. No son muchas los ocasiones en las que un Alcalde o Alcaldesa, un Equipo de Gobierno, tiene una decisión así de libre en sus manos. Nosotros la tuvimos y decidimos subir la apuesta.
Créanme, en aquel momento, con una situación económica mucho más complicada que la actual, aquello fue una apuesta. Una apuesta como merece Gijón que, a la vista está, mereció la pena.
Bajo la perspectiva que otorga el tiempo, da la sensación de que algunas decisiones tomadas aquellos años sirvieron para lo más importante: para asegurar un futuro. Si hoy en día Gijón es una ciudad en vibrante expansión, lo es porque fuimos capaces de encontrar ese camino y seguirlo.
Por eso, también, pisar hoy lo que a no muy tardar será Centro de Arte Tabacalera Gijón es caminar sobre la base que asentó la apuesta que antes contaba. No fue la única, pero sí una de las más especiales.
He tenido el privilegio como Alcaldesa de ver nacer proyectos que hoy en día son certezas. Certezas tan sólidas como estos muros que nos rodean. Y eso es algo que me emociona profundamente.
Explico todo esto porque creo, honestamente, que el contexto importa. Importa mucho. Es el contexto lo que nos hace entender el de hoy como un día para celebrar lo colectivo. Este es un triunfo de todos, un día para todos.
Con el Centro de Arte Tabacalera, Gijón gana. Gana la ciudadanía de Gijón al completo y, por tanto, gana Asturias.
Son muy pocas las ciudades que pueden presumir de contar con un edificio como este. Un edificio que cuenta nuestra historia desde los inicios más remotos hasta el día de hoy. Un edificio que nos define como sociedad, como conjunto. Son muy pocas las ciudades que pueden ser dueñas de su destino como Gijón lo es con Tabacalera. Serán muy pocas, también, las ciudades que dispongan de un proyecto como el que hoy presentamos.
Permítanme ser clara en esto: lo que hoy han visto por primera vez, este complejo cultural que Gijón está dispuesta a levantar entre estos muros, no es ni una obra más ni un proyecto de un gobierno. Es un proyecto de ciudad. El Centro de Arte Tabacalera es un modelo en el que ya podemos apoyarnos para emprender otros, diferentes, pero igual de ambiciosos y de decisivos para el Gijón de mañana. Y lo es en toda la dimensión que ese concepto implica.
No me gustaría finalizar sin antes destacar dos cuestiones: la primera, la enorme suerte que tiene esta ciudad de contar con un equipo de profesionales como son las personas encargadas de llevar este proyecto a buen puerto. Desde los técnicos del servicio de Arquitectura, hasta los de la Fundación Municipal de Cultura y todas aquellas personas que, de una forma u otra, han formado y forman parte de un proceso que, sin ellas, se habría antojado imposible. Es un auténtico privilegio para la ciudad estar en manos de personas con ese grado de implicación y conocimiento.
En este apartado, me gustaría hacer público mi agradecimiento a los arquitectos responsables del proyecto que hoy hemos dado a conocer. Nacho, Óscar, la brillantez de vuestro trabajo habla por sí solo.
Por último, quisiera agradecer la presencia en este acto de algunas de las trabajadoras de la Antigua Fábrica de Tabacos. Creo que la nostalgia es la única distracción para aquellos que no tienen fe en el futuro. Pero también creo que es un error demasiado frecuente el confundir la nostalgia con el recuerdo. Un error que no quiero cometer.
En el corazón cultural que será el Centro de Arte Tabacalera Gijón no habrá lugar a la nostalgia, pero sí al recuerdo. Recuerdo intrínseco a nuestra historia, a la historia de quienes estuvieron antes, aquellas personas que le dieron vida y sentido a lo que hoy somos. Las cigarreras son parte de todo esto, de este edificio, de este proyecto y de esta ciudad.
Tradición y vanguardia; encaje y empaque.
Confieso que el día de hoy supone un punto de inflexión. Un punto de inflexión para este gobierno, que en un año ha sentado las bases de un futuro ilusionante, y un punto de inflexión para una ciudad que ya ha despegado hacia lo que merece ser.
No un proyecto más; es un mensaje al mundo.
Es el mensaje de que Gijón esta aquí, de que esta ciudad está lista para ir a por todas.