No puedo empezar de otra forma que no sea agradeciendo de corazón a la Junta Ejecutiva esta distinción de Socia de Honor con la que hoy me galardonáis. El agradecimiento lo hago también extensivo a toda la Unión de Asociaciones de Ingenieros Técnicos Industriales y Graduados en Ingeniería de la rama industrial de España, y muy particularmente al Colegio Oficial del Principado de Asturias, que me honró el año pasado, en su 60 aniversario, con el título de colegiada de honor. Un agradecimiento que quiero hacer de forma muy especial en la persona de Enrique Pérez, decano del Colegio asturiano, que merecidamente fue reconocido en 2016 con el título de “Embajador Honorífico de Gijón” tras muchísimos años organizando en nuestra ciudad actividades, jornadas y encuentros que nos honran.

Es una gran satisfacción personal, y también un motivo de orgullo, sentirse acreedora de un agradecimiento tan amplio por parte de un sector profesional tan importante para nuestro país y para Asturias. Un colectivo con el que tengo una estrecha vinculación personal e institucional, y que desde el Ayuntamiento hemos querido siempre acoger con el calor que merece. Mi vinculación no es una frase de cortesía: trabajo desde hace años rodeada de un equipo de compañeras y compañeros ingenieros, de diferentes especialidades con los que no me llevo nada mal. A pesar de la fama que os cuelgan de ser gente de pensamiento demasiado cuadriculado, la realidad es que los padres del Renacimiento ya nos enseñaron que la medicina milenaria, las letras clásicas y las humanidades ancestrales forman un tándem cada día más inseparable con la vieja ciencia y la joven tecnología ingenieril; tándem sin el que ningún gobernante sensato puede concebir el mundo de progreso y de bienestar que buscamos para  todos los ciudadanos.

Desde esta convicción, permítanme hoy desde Madrid el atrevimiento de hacer una breve reflexión sobre la situación actual de la industrial asturiana. Creo firmemente que en Asturias necesitamos apostar por el talento. En momentos tan difíciles como los actuales, tenemos que implicarnos todos en la búsqueda de soluciones a los muchísimos retos que tenemos que afrontar. Y en el frente social que debemos construir para ese desafío, los ingenieros y las ingenieras ocupáis un lugar fundamental.

Nuestra industria está amenazada: a los problemas estructurales de Asturias, empezando por la despoblación y siguiendo por la falta de liderazgo, se suman las consecuencias de políticas que, en lugar de tener en cuenta todos los factores en juego, se limitan a parchear y dar titulares pero nunca soluciones sensatas. Tenemos que apostar por la industria asturiana de forma absolutamente decidida, proteger los puestos de trabajo que genera y asegurar los miles de millones de euros que genera en la economía regional y nacional.

Nadie duda del cumplimiento de los Acuerdos de París, ni de la necesidad de luchar contra la preocupante realidad del cambio climático. Negar esa realidad sería engañar a la ciudadanía, y una irresponsabilidad para con los jóvenes de hoy, que deben heredar un planeta mejor que el que se encontraron. Pero desatender la industria, motor de tantas economías, individuales o familiares, no puede ser una opción.

Las empresas asturianas triunfan en el exterior, son reconocidas a nivel internacional, pero la ausencia durante años de una hoja de ruta industrial de carácter autonómico conlleva que no compitan en igualdad de condiciones respecto a otras asentadas en otras partes de España con mejor fiscalidad, menos trabas administrativas, con mejores infraestructuras y una conectividad aérea y ferroviaria  que en Asturias hoy en día seguimos sin disfrutar.

Asturias, como España, necesita afianzar sus sectores básicos y apostar con ahínco por los nuevos servicios y los nuevos productos que demanda el progreso de la economía global en la que estamos inmersos. No podemos permitirnos políticas que deterioran la confianza empresarial y la competitividad de las empresas españolas, y desplazan el empleo hacia otros países.n

Como decía, en esa estrategia, que incluye invertir en nuestro talento, en nuestra gente, en nuestros profesionales, estáis en primera fila los ingenieros técnicos. Vuestro acreditado, durante décadas, compromiso industrial y empresarial obliga a que cualquier Administración responsable establezca los máximos lazos de complicidad, de diálogo y de colaboración con este colectivo. No se entiende que los poderes públicos actúen de espaldas a quienes mejor conocen los problemas y más pueden aportar a las soluciones. No se trata de trasladar la responsabilidad, una política lamentablemente habitual; sino de invertir esfuerzo en escuchar, y tener voluntad de iniciativa y de servicio a la sociedad que nos elige. Esa es, creo, la receta.

A esa labor de interlocución tan importante se une el indiscutible papel que tenéis en la difusión de vuestra labor profesional entre la sociedad. Difusión en la que ha destacado, como he dicho al comienzo de mi intervención, vuestro compañero Enrique.  Gijón está honrada por haber sido vuestra casa en tantas ocasiones. Los encuentros y jornadas que cada año tienen lugar en la Feria Internacional de Muestras de Asturias son testigos de como acercáis vuestra visión industrial del mundo que nos rodea a la sociedad, y de vuestra  vocación para captar y afianzar el talento y la valía de muchísimos jóvenes que, de forma decidida, apuestan por este sector profesional en el que ven un futuro brillante.

Un futuro que habéis dibujado con vuestro incansable trabajo en los sectores empresarial e industrial, que deja huella en todo el mundo con el prestigio de empresas punteras, líderes en sus sectores; y de profesionales abnegados y decididos a llevar el nombre de la industria española como bandera de talento, en el liderazgo empresarial e industrial que ejercéis sin descanso.

Por todo ello es un honor aún mayor que me acojáis como parte de este colectivo, como socia de honor de esta Unión que os representa, a vosotros en particular y a España en general, como un referente que nos ilumina a todos. De nuevo gracias y, como siempre, en mi, en nosotros, contaréis siempre con una mano tendida, un oído dispuesto y una puerta abierta.