Como no puede ser de otra manera, mis primeras palabras son de reconocimiento y aprecio hacia Víctor Madera y Obdulia Fernández. Dos personas que, por separado, han demostrado ser capaces de grandes cosas; pero que juntas tienen un potencial insuperable. El hecho de que hoy el prestigioso premio José Luis Álvarez Margaride se les conceda a ambos revela ese secreto bien guardado, pero nos permite a los demás celebrarlo como se merece.
Como de forma tan exhaustiva ha glosado el Sr. Rector de la Universidad Nebrija, Víctor Madera y Obdulia Fernández son un tándem de asturianos que llevan Asturias en la cabeza y en el corazón. Creo que ese es un buen resumen del ejemplo tan singular que suponen de la asturianía mejor entendida. Del compromiso más sólido con su tierra. Por ello, gracias a ambos.
La actividad profesional y personal que realizáis en pro de la recuperación de nuestro patrimonio más especial, arquitectónico y artístico, habla por sí sola. La geografía asturiana está plagada de estos testimonios: de Castropol a Llanes, de Luarca a Oviedo. Además de eso, habéis demostrado una extraordinaria trayectoria empresarial que permite que esa vocación de servicio (pues no podemos catalogarla de otra manera) se vea acreditada por éxitos que, no lo olvidemos, revierten en el beneficio de todos. A ello se suma, como decía antes, un referente nacional e internacional de modernización, innovación y desarrollo de la gestión sanitaria que, con mucho esfuerzo con vuestra parte y un inquebrantable compromiso por parte de la Administración, podremos pronto ver en funcionamiento en Gijón. Nuestro compromiso a la hora de dotarnos de una agilidad administrativa ya está dando sus frutos en forma una capacidad de trabajo conjunto con promotores, ciudadanía y otros actores involucrados.
El éxito empresarial es siempre algo a celebrar por el conjunto de la sociedad, y quien no quiera entender eso es porque no es capaz de ver más que su pequeña (si me lo permiten) parcela de ideología.
De un éxito empresarial no sólo se beneficia el empresario, que también, legítimamente; se beneficia una empresa que crece y un servicio que se presta más o mejor.
Se benefician los trabajadores que consiguen un empleo o lo mejoran. Se benefician las arcas públicas, que a través de los ingresos que se generan, sufragamos los servicios esenciales que son gratuitos, que no gratis. Se beneficia, en definitiva, la sociedad. Por eso el papel de los poderes públicos, como expresó magistralmente Jovellanos, y como nos encomienda la Constitución, no puede ser otro que «eliminar los obstáculos que los impidan o dificulten».
Éxitos empresariales como los de Obdulia y Víctor los tenemos en Gijón, pero indudablemente, queremos más.
Para mi es un privilegio formar parte de este acto en nombre del Ayuntamiento de Gijón. Un acto que ya es una cita ineludible para la Alcaldía y que además, en la edición del año pasado, tuvo la coincidencia de ser el primer acto de la nueva Corporación municipal. Aquella noche, y en esa ocasión tan propicia, desgrané aquí algunas de las prioridades de aquel Gobierno que echaba a andar: dotar a Gijón de seguridad jurídica y agilidad para las inversiones, de forma que ningún proyecto económico quede en un cajón o en un ‘vuelva usted mañana’; impulsar servicios avanzados para el crecimiento empresarial, que contribuyan a transformar la tarta productiva de la ciudad y habiliten una inversión a medida para proyectos en crecimiento y expansión, y, por encima de todo, abordar la creación y el desarrollo de grandes proyectos de vanguardia.
Hoy tengo la satisfacción de poder decir en esta misma tribuna que nos ofrece la Asociación Asturias Patria Querida, que estamos cumpliendo cada uno de ellos. El Gobierno ha sido capaz de exprimir este año de mandato para que hoy podamos celebrar ya algunos éxitos incipientes: la agilización de la administración municipal, la compra de la mayor parte del ámbito de Naval Azul, el proyecto de obra de Tabacalera, la ampliación del Parque Científico ya no son objetivos. Son procesos en marcha.
Hoy tengo la satisfacción de poder decir en esta misma tribuna que Gijón ha cogido un impulso definitivo, basado en la estabilidad y en el compromiso sin ambages por un desarrollo ambicioso, realista y sostenible. Gijón es una ciudad grande dispuesta a proyectarse como tal.
Por supuesto, ninguno de estos proyectos tiene recorrido sin un tejido económico e industrial sólido que los sustente, que los cubra, que los haga también suyos para garantizar su éxito. Tampoco lo tiene sin una estabilidad en la Administración, que como decía antes, resulta común denominador para todo aquello que coincidimos en llamar progreso.
Por eso oportunidades como la de hoy, de reconocer a personas concretas que han demostrado saber llevarlo a la práctica, son tan importantes.
Víctor, Obdulia, este premio no solo es un reconocimiento a una trayectoria y un legado, que también; es una invitación a seguir. En Gijón, desde luego, tenéis vuestra casa.
Una vez más, enhorabuena.