Esta semana celebramos los 25 años de la Asociación de Familias y Amigos de “Proyecto Hombre”, una asociación entregada a una tarea tan meritoria como es la realización de actividades en el área de las drogodependencias, trabajando al lado de las familias.

Proyecto Hombre empezó a trabajar en Gijón en 1987; tiempos difíciles, con la heroína destruyendo familias y llevándose vidas. Una forma de consumo, asociada a jeringuillas, que multiplicó los casos de VIH.

Frente al recelo de sectores sociales que sólo supieron responder añadiendo marginación a los problemas de la heroína y del Sida, Proyecto Hombre realizó una labor seria, rigurosa, difícil, paciente, para rehabilitar a personas que estaban sumidas en situaciones muy complicadas, de las que no sabían salir solas por sí mismas.

Hay diversas terapias o caminos para trabajar contra las adicciones, pero todas pasan por algo tan simple como profundo que es creer en las personas. Confiar en su deseo de iniciar una nueva vida. Esa es la base sobre la que asienta la rehabilitación, en la que tienen un papel importante las familias. De esa manera logó Proyecto Hombre que miles de asturianos volvieran a sentirse autónomos y capaces de ser dueños de su destino.

Desde Proyecto Hombre se trabajan con distintas estrategias y materiales las tres etapas para hacer frente al problema: prevención, rehabilitación y reinserción.

En las labores de prevención debemos sentirnos todos concernidos. Hay que educar a los niños y a los jóvenes en la prevención sobre las drogas, que se ofrecen como un paraíso, con ese señuelo de felicidad que transporta directamente a la ruina personal.

La educación debe ser clara y concreta. Sin tremendismos, pero sin incurrir en eufemismos. Salvando a las personas pero dibujando con precisión los contornos de la drogadicción, con sus consecuencias personales, familiares, laborales y sociales.

Se realiza prevención en los colegios e institutos. Está muy bien, pero no es suficiente, ya que las adicciones destructivas, entre las que están determinados consumos que gozan de una gran tolerancia social, empiezan cada vez en edades más tempranas.

Hay que deslegitimar a las drogas desde su raíz, negando cualquier relación entre ellas y las ansias de libertad del hombre. Nada encadena más a las personas que la relación con esas sustancias adictivas.

Hay que atacar por artificial y dañino el relato sobre un estilo de vida pretendidamente bohemio, alternativo, supuestamente crítico con la cultura dominante, que tiene como rasgo cotidiano la relación con las drogas. Las drogas no constituyen ninguna alternativa. Las drogas no contienen una sílaba de poesía. Las drogas no encierran otro mensaje que la destrucción personal.

No son una experiencia interesante, sino que cierran todas las posibilidades para llegar a experiencias vitales interesantes. Las drogas no se controlan, sino que son ellas las que nos controlan.

De todo esto sabe muy bien la gran familia que forma el Proyecto Hombre. Conocen con detalle las consecuencias de la adicción. Han sufrido, llorado, y sobre todo luchado para rescatar a miles de personas de las redes de la drogodependencia. Para rehabilitarlas, para reinsertarlas.

Su labor es impagable. Con su entrega, con su voluntariado, son un ejemplo de solidaridad humana. Las instituciones democráticas, como nuestro Ayuntamiento de Gijón, estaremos siempre a su lado, nos ponemos a su disposición.

En el transcurso del acto me encontré con Asun, una enfermera de quirófano del Hospital de Cabueñes con quien compartí un montón de guardias. Asún, vuelve ahora al trabajo de las noches como voluntaria en Proyecto Hombre en el turno nocturno. Desde aquí mi más sincero reconocimiento a todos los voluntarios y voluntarias que colaboran con Proyecto Hombre.