Hoy rendimos homenaje mediante la inauguración de una calle para Alfredo Liñero Rivero, un sevillano con corazón asturiano que nos dejó hace siete años.

En junta de gobierno de enero de 2011, se acordó, por petición popular, otorgarle el nombre de “Don Alfredo Liñero Rivero” a la calle en la que hoy nos encontramos y es para mi un honor poder inaugurarla casi cuatro años después en el viario de Lloreda, en Tremañes.

Aunque si les confieso una cosa, creo que esta calle es el menor de los recuerdos que nos deja Alfredo, porque por encima de esta calle prevalecen sus proyectos empresariales, el empleo creado, su vocación de servicio a esta ciudad, la apuesta por la riqueza colectiva y no por la individual, y la gran calidad humana que aportó a trabajadores, amigos y sobre todo a familiares.

Alfredo Liñero era una persona en constante aprendizaje que siempre estaba mirando al futuro. Desde muy joven trabajó junto a su padre para sacar adelante lo que entonces era una empresa familiar bajo el nombre de “Litoral” y que pocos años después convirtió en la marca líder en el mercado de las conservas y platos preparados.

Años después, fusionó once empresas conserveras bajo el nombre “La Polar” y su afán por avanzar, y su creencia en una empresa sin fronteras le hizo buscar mercados en Alemania, Suiza, Bélgica, Gran Bretaña, Túnez y Arabia Saudí.

Convencido europeísta aún en la época en que Europa nos quedaba muy lejos, Liñero soñaba con una Europa abierta, con moneda única y políticas comunes, y llegó a formar parte del Consejo de Europa.

Era una persona a la que le gustaba poco el boato y el protagonismo, alguien emprendedor que destacaba por su riqueza interior y por su servicio hacia los demás. Político de vocación y no de sillón, Liñero se sumó al PSP de Tierno Galván y se incorporó al primer gobierno democrático de Gijón como concejal de Urbanismo, aunque su carácter idealista le impidió volar en los cielos turbulentos de la Administración y en menos de un año renunció a su acta de concejal. Así todo, Liñero fue el impulsor de muchos de los logros conseguidos después: la importancia de los barrios y el impulso de nuevas infraestructuras para mejorar la ciudad.

Creo sinceramente que Gijón le debe mucho a Alfredo Liñero, y hoy tuve la oportunidad de darle las gracias a través de su mujer Emilia Falgueras Mejías y de su gran familia.